A la memória de un amigo

NO TODO SE VA
Hoy ha sonado el teléfono:
-¿Diga? Hola Juan, si, 214. Gracias.

Mi compañero, Luis, esta ingresado con neumonía. Voy a verlo.

Me coge de la mano y me siento a su lado; sus hijas me saludan con alegría:
-¡Anda ya está aquí tu amiga Margarita!
Tiene puesta una máscara de oxígeno. Ha pasado muy mala noche.
Me besa y me dice que se va a morir ya mismo. Yo me río, y se lo comento a su hija para quitarle importancia.
-¡Pues no te queda a ti lata que dar todavía!
Me siento un rato, lo veo sufrir, luego me marcho.
Al día siguiente lo llamo al móvil y hablo con él.

Regreso a los tres días. Ha cambiado bastante, en poco tiempo ha adelgazado.
Una de sus hijas le adelanta los reyes en nombre de ellos (un cojín terapéutico), se sienta y dice estar en la gloria. Se adormece.

Su hijo Juan, mi profesor, dice en clase que está bastante dañado. No tiene muchas esperanzas.

Vuelvo al hospital, hace una semana que no aparezco por allí, he estado con gripe y no lo he visitado aunque mi mente siempre ha estado ocupada por su imagen.
Ha vuelto a perder peso, sus vivos ojos, ahora se encuentran tristes, como nunca le he visto. Todo se le complica. Su nieta le gasta bromas, sus hijas lo miman y lo cuidan como a un bebé. Su mujer, Soledad, muestra el cansancio en su cara. Esta vez, soy yo quien le coge de la mano, parece la de un muchacho.
Me vuelvo a marchar con tristeza y dolor.

Ha vuelto a sonar mi móvil:
-Margari, si quieres despedirte, ha llegado el momento. Ha decidido que no le sigan el tratamiento, y ha pedido que te llame.
-Gracias Juan.

Siento un gran dolor en el pecho. Alguien me araña las entrañas. ¡Qué sensación tan rara! Solo son 300 metros hasta el hospital y mis piernas no quieren ir.
Respiro hondo y me doy ánimos ¡Tu puedes, Margari!
Ahora me pellizcan más hondo, algo se me arranca del alma. Miro hacia detrás y veo mi casa. Solo he andado cien metros, no me veo con fuerzas, pero debo hacerlo. Quiero hacerlo.
¡Vamos! Qué falta poco.
Alguien me empuja, miro a mí alrededor y solo diviso unos niños en el parque. Me ahogo, no se si podré soportar la despedida. ¿Qué le digo?

Subo las escaleras, el ascensor está ocupado. En mi mente “mi amigo Luis”. En los pasillos, tres de sus hijas.
No hace falta hablar. Solo lloran, yo les digo que me he jurado no soltar una lágrima, pero es inevitable. Nuestros ojos llueven torrenciales.
Nos calmamos, me cuentan que lo a dejado todo listo; despedidas, tareas para sus hijos, nietos… Ya no quiere seguir peleando con la “Parca” como él la llama.
Entramos en la habitación. Su aspecto, aunque delgado, parece haber mejorado. No puedo creer que ya no pueda quedarse más entre nosotros. Me vuelvo a sentar a su lado (me lo sede su hija), al otro (siempre), Soledad, su mujer. Cada uno le cogemos una mano. ¡Pareces Jesucristo! Con las manos abiertas, le digo. Él se ríe. No hacen falta más palabras.
Ahora viene más gente, seguramente a lo mismo que yo, a darle el último adiós. Tiene una gran entereza y sentido común aunque no le quedan fuerzas.
Le entra tos y se ahoga, la gente se marcha, yo espero que se le pase. Ha llegado mi hora, le doy un gran beso y me despido. Otro a sus hijas y mujer. ¡Llamadme!

Dos días después vuelve a sonar el móvil. Lo presiento, se quien es.
Ha llegado su hora. “Luis Rincón Noya” mi compañero, esa gran persona, acaba de fallecer. Lo llevan al tanatorio.
No quería misa, su velada ha sido especial, emotiva y “muy bonita”. Sus hijos han dicho unas palabras en su memoria (a mi me hubiese encantado hablar pero no he tenido el suficiente coraje), también se han leído unas palabras de una de sus nietas y una reflexión de la muerte, del propio Luis.
Como es normal el dolor estaba presente. Al final, antes de incinerarlo, su familia le ha cantado el himno de la republica con el puño en alto. Como le habría gustado a él.

Perdona, esta vez, amigo, que no te haya pedido permiso. Pensaba guardar estas notas solo para mí, pero… entonces, nadie ajeno sabrá lo valiente que has sido hasta con la muerte, porque te has marchado como un auténtico héroe.

“Compañero, te ha faltado muy poco para los ochenta y tres, pero has llevado una vida luchadora y plena. Estés donde estés, seguro que te encuentras satisfecho. Ahora te echaremos en falta, al ver tu pupitre vacío, aunque lo ocupen otras personas; pero no todo se va, los que te recordamos lo haremos siempre nombrándote con alegría y cariño. Un beso muy fuerte, “GRAN HOMBRE”.

8 comentarios:

  1. Gracias Margarita.Me ha parecido muy emotivo.Seguro que mi padre esté donde esté se siente muy orgulloso de haber dejado esa huella en todos los que le hemos conocido.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. hola margarita no se si me conoces soy la nieta de luis me llamo libertad gracias.no se quien eres pero te doy las gracias por querer asi a mi abuelo.no puedo escribir mas. un besooooo

    ResponderEliminar
  3. Con un nudo en la garganta, agradezco que nos dejes leer tus palabras sobre Luis Rincón, que siempre estará presente en mi infancia.
    Begoña

    ResponderEliminar
  4. UAU¡¡¡que bonito yo que te conoci en el hospital claro porque mi abuelo me contaba cosas de vosotros en sus clase ,pero tus palabras han sido muy bonitas y en ellas se puede apreciar un cariño muy grande hacia el muchas gracias besos aldara

    ResponderEliminar
  5. Soy Carmen estuve el año pasado en clase con Luis y despues nos encontrabamos todos los días cuando él regresaba de su paseo por la playa.
    Nos saludamos con un par de besos y charlabamos un rato. En el poco tiempo que le trate le cogi un gran cariño y respeto.Todo mi cariño para la familia. Descanse en paz

    ResponderEliminar
  6. Soy Sole (hija). Te conocí, fisicamente, en el hospital pero ya había oído hablar mucho de ti a mi hermano y a mi padre y no sé por que tenía la idea de que eras una mujer mayor y cuando nos presentaron me dió mucha alegría ver a una mujer joven que era amiga de mi padre, y no sólo eso, sino que le despertabas la sonrisa dormida por la enfermedad...Te ví cogerle la mano con tanto cariño y esas lágrimas que asoman a tus ojos , que reprimías como hemos reprimido todos sus hijos durante el auténtico calvario que fue saber que se nos iba. Si antes estaba orgullosa de EL, ahora mucho más porque he descubierto que mi padre solidario, amigo, digno, valiente no era fruto de un ideal fantasioso sino que es tan cierto como que ha dejado un reguero de amigos y compañeros en el camino que extrañaran cada día su ausencia. Nosotros, sus hijos y mi madre, le echamos de menos cada día más...Gracias por quererlo y por hacer que él te quisera......Un beso .Se nos fue un PEQUEÑO GRAN HOMBRE, UN HOMBRE BUENO como decía su esquela....

    ResponderEliminar
  7. Te he escrito 3 veces y no sale. Soy Sole(hija) .Sólo te puedo dar las gracias por el cariño que le diste a mi padre(era recíproco)y por las lágrimas que ví en tus ojos cada día..Se nos fué un PEQUEÑO GRAN HOMBRE..Digno hasta en su forma de morir..Nos ha dejado huerfános de sabiduria.TE QUEREMOS

    ResponderEliminar
  8. Quizas por edad o por conexión politica, yo durante un tiempo fui su confidente. Me decía lo orgulloso que se encontraba de sus hijos, pero sobre todo de su hija mayor, y de su juanito. De como sus hijos habían defendido sus ideales, cuando la sociedad solo pensaba en toros y futbo. Cuando escribia le salia su humanidad. fue un hombre con una carga de humanidad, que repartio con todos los que le rodeabamo

    ResponderEliminar