A un amigo


Querido mío:
Hace unos días, me puse ha repasar unas líneas que antaño me escribiste, y sin darme apenas cuenta sentí la añoranza de tu ausencia.

Me contabas una serie de chorradas que no entendía, pero como era mi obligación, me limitaba a copiar. Los fallos eran descomunales, las erres y las eses se repetían por doquier, y el relato que me presentabas tan lleno de amor, me pareció patético. Tal vez fuese por la ausencia de puntos y comas que casi me ahogan. Supongo que también tendría algo que ver la fuerza con la que me agarrabas y golpeabas “maltrato físico” dirían algunos, yo en cambio solo veía “inexperiencia” y falta de tacto.

Han pasado muchos años desde la última vez que nos vimos. Lo último que recuerdo es “Y hasta aquí llegué” y cerraste mi puerta con un golpe fuerte y sonoro que aún aparece nublando mi cerebro.

Te ruego encarecidamente que vuelvas a mí, y no solo por haber sido tu mentora en el amor y en la tragedia, que ya es bastante, si no porque a pesar de tu torpeza, se que te esforzabas por hacerlo bien.

Dicen que los amores de verano duran muy poco y aunque nuestro flechazo transcurrió en pleno invierno y penas duró tres meses, me marcaron tanto interior y físicamente que ni los mejores técnicos han podido recuperarme.

Me es muy difícil guardar estas líneas, y más aún hacértelas llegar, pero albergo la esperanza de que algún internauta me visite, descubra tu paradero, y te las remita. Por eso pongo a pie de página tu nombre.

Si con todo esto aún no he conseguido que te apiades de mí, tal vez las fotos de un asiento vacío al fondo de la clase y de unos compañeros de risas, refresquen tu memoria y te hagan volver.

Espero ansiosa tener pronto noticias tuyas, y como oigo por aquí, “El segundo nivel es mucho más interesante”… tú ya me entiendes.

Se despide con un “hasta pronto querido mío” tu ordenador de la escuela.

Para el ilustre:

PEPE VALIENTE


Posdata: Hecha desde el corazón y el recuerdo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario