A MI AMADO HIJO


Querido Abel, desde lo más hondo de mi corazón y viendo la proximidad de San Valentín, aprovecho como una cursi más para dedicarte esta carta.
Desde el día que supe que serías mío, me sentí la más dichosa del planeta. ¡Vamos, más que un pastelero con su primera tarta de bodas!
Y al igual que una chica chatea ansiosa con un desconocido a la espera de que llegue a ser su amado, yo tuve que esperar unos meses, nueve para ser exactos, para poder tocar y ver tu cara.
¡Y qué cara!, mi primera impresión fue -¡Este, o se ha comido todo el potaje de garbanzos que hizo ayer mi madre, o está más hinchado que un pez globo!-
Y tenía razón, con lo segundo claro. A pesar de eso, no paré de besarte porque a mí en el fondo y cada vez que me sonreías, me parecías el más guapo de la tierra. Y que no se atreviera nadie a decirme lo contrario.
A partir de entonces y durante unos tres o cuatro años continuamos siempre juntos. En ese tiempo batiste el record en llantos, a veces te quejabas por nada y otras por tus miedos. Te despertabas en medio de la noche pegando gritos y poniéndome de mal humor aunque sin hacerme perder la paciencia.
Recuerdo aquella mañana que por primera vez fuiste a tu centro escolar, te acompañé de la mano y me asombré viendo tu rostro cuando mirabas a tantos chiquillos juntos, radiabas felicidad; tanta como me has dado hasta ahora.
¿Te acuerdas cuando llegó la pequeñaja de Gema? La “presu pastelosa” como la llamas tú porque siempre viste de rosa, y de los celos que sentías cada vez que la veías entre mis brazos.... Menos mal que aquello duró poco, en cuanto te diste cuenta que también formaba parte de nosotros, cambiaste de opinión.
Entre las cosas más desagradables que llegan a mi mente, surge el día de tu operación de pies. Era digno verte con qué valentía te dirigiste al quirófano, tratando de consolarme con un ¡Hasta dentro de un ratito! Y yo mientras tanto muriéndome por dentro pensando en toda clase de desdichas que podían surgir con la anestesia. Pero así eras tú.
Ahora has cambiado un poco, debido a tu madures. Se nota que hay otro circulo de gente a tu alrededor (de lo cual me alegro).
Destaco de ti, tu ansia por sobresaltar en todo lo que intentas hacer, me siento muy orgullosa por ello. No es que seas un engreído, ni que te creas muy chulito; simplemente, si tienes esa habilidad ¿Por qué no aprovecharla? Porqué conformarte con un tercer puesto si sabes que puedes llevarte el oro. Sabes que el esfuerzo merece la pena.
Bueno cariño, en estos dieciséis años has sabido ganarte mi corazón, con tus besos, con tus buenos actos, con tu mal genio que te surge de pronto y del que luego recapacitas pidiendo perdón si es necesario, con tu afán de ayudar a los demás aunque en casa no muevas ni un dedo; porque para eso estoy yo “la chacha”.
Por todo esto, por ser mi primogénito, mi niño que un día formaste parte de mí y aunque te hagas mayor y me llames cariñosamente “mi barby”, yo te quiero, te quiero tal como eres y hasta que me quede un último aliento, te querré.
Gracias Abel:

1 comentario:

  1. Enhora buena tienes una buena madre, yo la tengo de compañera y sobre todo de una buena amiga nati

    ResponderEliminar