LAS BUENAS COSTUMBRES




Llevo toda mi vida ¡qué ya son cuarenta años! , oyendo decir a mi abuela: “Tenéis que aprender a alimentaros; cada vez se comen más porquerías, los buenos modales sobre la mesa son esenciales”.

Ella tenía tres reglas básicas:
●La hora de sentarse a la mesa, era sagrada y nunca se incumplía. En cada comida teníamos que estar todos juntos:
-¡Unión familiar! Decía mi abuela.
●La postura correcta y relajada. Este momento del día, era muy importante para todos nosotros que aprovechábamos para charlar y contarnos nuestras cosas.
●Y la más importante, la buena alimentación (ensalada, legumbres y algo de carne y pescados).

Si alguien necesitaba algo más, podía tomar postre, basado en alguna fruta de la época. Cada comida iba acompañada de grandes jarras de agua, que según ella era lo más sano. En mi opinión creo que la economía familiar tuvo mucho que ver en ese detalle.
Los domingos, eran especiales. Venían mis tíos con mis primos y ese día almorzábamos sopa con picatostes, y pollo con patatas fritas. Para los mayores; sangría y para nosotros los pequeños; zumo natural de naranja.
Me imagino a mi “mamá Lola”, con su delantal blanco y su bandeja de buñuelos recién hechos ¡Qué olores aquellos y qué bien lo pasábamos!
Hoy en día estoy casada, y con dos hijos adolescentes. Aunque, he intentado seguir las costumbres familiares, me ha sido casi imposible. Mi marido con jornadas intensivas en el trabajo y mis hijos con horarios escolares diferentes ¡casi nunca coincidimos a la hora de comer! Aunque cuando podemos, nos reunimos con el resto de la familia, en el campo o haciendo alguna ruta en bicicleta, la cual terminamos con una barbacoa y una inolvidable reunión familiar.
Mis chicos hacen poco ejercicio, apenas les queda tiempo: entre las tareas de la escuela, que son bastantes y las actividades extraescolares. Gema, con catorce años y algo de sobrepeso, ya está harta de visitar especialistas y de seguir dietas que nunca consigue terminar.
Durante sus compromisos y salidas scout, los bocadillos son la principal base de su régimen alimenticio.
Como los niños no juegan en la calle, se sientan frente a la televisión o a jugar con las consolas. Y si son algo más mayores como los míos, chatean con el ordenador o navegan por Internet. Claro, que están más informados y más espabilados que cuando teníamos su edad.

¡Si mi yaya abriera sus ojos! Cómo han cambiado las cosas. Está muy bien, informar a la sociedad para que tengan unos hábitos saludables y de su repercusión en la salud. Pero lo difícil es cumplirlos, con la clase de vida que actualmente llevamos. ¡Ah, por cierto!, “Mamá” Lola nos dejó con noventa y siete años y mi madre va por los setenta. Algo tuvieron que ver sus tres reglas. ¿No les parece?

1 comentario:

  1. y para que tantas actividades curriculares y extracurric. si no aportan vida a la vida?...yo me crie igual q ud. con las mismas reglas y coincido q el ritmo de vida ha cambiado absolutamente,....pero quien es el que la ha cambiado si no es nosotros mismos?...yo trato se seguir todo al pie de la letra y me va muy bien...por supuesto priorizo una salida al aire libre q un encierro frente al tv. las reglas en casa las pongo yo y obvio yo tb las hago cumplir. un abrazo. gracias por dejarme hacer un comentario. sonia

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